21/01/2023

¿Cómo cuidar la parte emocional de la formación musical? - Con Lito Iglesias

En la formación musical se hace especial hincapié en la parte formativa y técnica: cómo ser disciplinados con la práctica, cómo perfeccionar la técnica, qué conservatorio elegir, qué máster nos abrirá más puertas… Estos aprendizajes y decisiones son clave para forjar unos cimientos sólidos que nos permitan construir nuestra carrera en la música. Sin embargo, también hay una parte esencial de la formación que está presente durante todo el proceso de aprendizaje y que nos acompañará toda nuestra vida: la salud mental y emocional.

Por eso es crucial que el modelo formativo evolucione situando en el centro al alumno con el objetivo de proporcionar un acompañamiento holístico durante su formación. Esta es la visión del Conservatori Municipal de Música de Barcelona, una institución con un recorrido de más de 130 años a sus espaldas que ha sabido adaptarse a los cambios y necesidades pedagógicas del momento. Y hoy tenemos el placer de entrevistar a Lito Iglesias, cellista y director del Conservatori desde 2019. Una figura decisiva en la evolución del sistema educativo musical gracias a sus más de 30 años de experiencia como profesor de violoncelo y el fuerte compromiso que lo une con la misma institución que lo vio nacer como músico.

 

Cuéntanos, ¿cuándo comenzó tu vínculo con la música?

Mi padre y mi abuelo se dedicaban profesionalmente a la música y ésta siempre estuvo presente. Es una fortuna haber podido conectar con la música desde tan joven. Después tuve la suerte de poder dedicarme a la música profesionalmente. En mi caso fue en la adolescencia cuando tomé la decisión de dedicar mi vida a esto y me mudé desde Galicia a Barcelona para continuar mis estudios en el Conservatorio.

 

Qué importante prestar apoyo en esta etapa inicial

Es lo más apasionante de lo que hacemos, la parte más humana del acompañamiento. Poder orientar y escuchar al estudiante para estar pendiente de cuáles son los procesos y momentos ideales en su aprendizaje. Por eso tiene sentido la enseñanza individual. Porque está vinculada al desarrollo individual de la persona: potenciar sus habilidades, acompañar en el desarrollo emocional, comprender sus inquietudes, sus metas…

¿Recuerdas algún profesor que te marcara en tu camino?

En mi caso fue Pere Busquets, profesor y catedrático de violoncelo aquí en el Conservatorio. Un gran músico que tenía una concepción muy humanista de la pedagogía. Muchas veces dar clases se ve como un paso previo a hacer música o como una profesión secundaria, y con él aprendí que la música está en su máximo esplendor siempre, en cualquier clase. Uno es músico desde el primer día, todo depende de la actitud que tiene uno ante la música.

 

¿Atravesaste momentos difíciles emocionalmente?

Evidentemente. Creo que es complejo establecer una frontera entre las emociones que provienen de la práctica musical de las que provienen de tu vida personal. Las emociones forman parte de todo, de la evolución y de las crisis y las dificultades especialmente. Y estos momentos son precisamente los que le ayudan a uno preguntarse: ¿qué pasa? ¿qué estoy haciendo? Entonces los desafíos pueden convertirse en oportunidades para tomar decisiones que te ayuden a crecer.

 

¿Te apoyaste en alguien al hacer este trabajo de introspección?

Siempre tuve mucha curiosidad por entender cómo somos, cómo funcionamos. Hay una especie de analfabetismo emocional muy grande y este análisis debería estar presente siempre para comprendernos mejor. Saber cuáles son tus puntos débiles, en qué te tienes que proteger, qué tienes que reforzar, cuáles son tus puntos fuertes. Esto te ayuda a ordenar interiormente tus prioridades para cuidarte y adaptarte a lo que necesitas en cada momento. El autoconocimiento es un camino único que tienes que recorrer por ti mismo. Tenemos que tener conciencia del poder que tiene uno mismo, porque si no cedemos nuestro poder a los demás. Pero te tienen que ayudar a descubrirlo. Y esta es la función del maestro.

 

En relación a nuestro poder, ¿qué opinas del síndrome del impostor?

Creo que hay una gran confusión entre lo que uno es, lo que siente y lo que hace. Son tres pilares distintos, pero en la música y las disciplinas artísticas hay una gran identificación entre lo que hacemos y lo que somos. Algo muy promovido por el mito romántico, la idea del artista que llega hasta el punto de no saber quién es quién: si yo soy la música, si la música es a través de mí… Pero no podemos olvidar que la música que haces es un producto que nace de ti y tú eres otra cosa. La pregunta sería ¿a qué tengo miedo en realidad?, ¿a que sepan cómo soy?, ¿acaso no tienes derecho a ser tú mismo? ¿crees que deberías ser otra cosa? Al final todo parte de inseguridades y la aceptación de uno mismo es la base.

Sobre la comparación excesiva, ¿qué recursos pueden ayudarnos?

Cuando te comparas, ¿con quién te comparas? Tú decides. Puedes compararte con los mejores, con los que están a tu nivel o los que tienen menos camino y experiencia que tú. Pero normalmente las comparaciones no se ajustan a las circunstancias del momento. ¿Qué es lo más eficaz en mi opinión? Compararse con uno mismo. Preguntarse: ¿estoy mejorando?, ¿estoy acercándome a lo que quiero?, ¿tengo que cambiar algo? Esto tiene sentido porque te ayuda a tomar decisiones y caminar en la dirección hacia la que te diriges o modificar lo que necesites.

 

Ante la frustración de cometer errores, ¿cómo podemos enfrentarlos?

Aquí entra en juego el concepto de evaluación. Una evaluación es un acompañamiento de mejora y tiene el objetivo de tomar decisiones tanto en base a errores como progresos. De acuerdo, has cometido un error ¿y ahora qué?, ¿qué quieres hacer?, ¿quieres que te vuelva a pasar?, ¿quieres hacer algo diferente? Tiene que haber un aprendizaje, eso es lo que nos ayuda a movernos de la frustración y salir del bloqueo. El juicio no tiene ningún sentido, no es constructivo, no aporta nada. Los errores nos sirven para tomar decisiones, si te quedas en el error es un error.

 

Para la exigencia, ¿alguna recomendación?

Vamos en la misma línea. Hay que ser muy realistas con los objetivos de cada momento. La exigencia tiene que ser beneficiosa y estar en relación a un objetivo que te permita seguir avanzando. Todo se basa en una cuestión de optimización: obtener el mejor rendimiento. Nos debe interesar el resultado final y llegar lo antes posible y lo mejor posible. Por eso es importante aprender a modular los objetivos y sobre todo valorar el progreso que vas haciendo. Porque lo que funciona es lo que más tenemos que cuidar. Si nos centramos solo en lo que falla, perdemos de vista nuestro potencial.

 

Cuando hay falta de dirección, ¿qué podemos hacer?

Lo mismo. Hay que fijarse siempre varios niveles de objetivos: a corto, medio y largo plazo, y asegurarte de que todos estén alineados. Porque si solo tienes el objetivo general “quiero ser un gran músico o ser el rey de la orquesta”, vas a sentirte perdido en el día a día. Para llegar a ese punto necesitas unos objetivos diarios que te permitan trazar una dirección. Evolucionar implica ir poco a poco y potenciar los puntos fuertes y habilidades para centrarnos en lo que nos ayuda a movernos, a avanzar.

¿La inestabilidad y la incertidumbre para vivir de la música son inevitables?

Esto es una tendencia general en todo el panorama laboral. Parece que ya no tendremos el mismo trabajo para toda la vida y que la formación nos acompañará siempre porque el mundo es tan cambiante que si tú no te adaptas, no sobrevives. Esta es la realidad y luego está cómo la vives tú. En este panorama, la estabilidad será aprender a estar ahí. El concepto de resiliencia surge ante la necesidad del momento y habla de la capacidad de resistir y adaptarse. Esto se puede trabajar. Igual que aprendemos a hacer cosas nuevas, también podemos aprender a sentirnos de otra manera. Lo primero es hacerse consciente, trabajarlo y fomentar también esta capacidad de adaptación desde la educación.

 

¿Realmente hay pocas oportunidades para dedicarse a la música?

Oportunidades como las que había hace 20 años, cada vez menos. Hoy en día o eres muy competitivo en un aspecto súper definido y especializado, o eres más versátil y transversal para tener acceso a más ámbitos. Tocar bien tampoco es suficiente, es necesario complementar la profesión de músico con una serie de valores añadidos: tener competencia digital, competencia en el mundo empresarial, saber idiomas y colaborar con otras disciplinas artísticas. La formación musical es importantísima, pero conocer el contexto lo es aún más. Por suerte, la música en directo sigue siendo una apuesta de futuro. Porque el valor humano del directo es irremplazable. ¡Así que esto sin duda es una llamada al optimismo!

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